Poesía global, poesía total, poesía
ecuménica o planetaria… Caudal incontrolable de una voz para la que no
hay fronteras ni límites precisos – entre el más puro anarquismo y la
teología de la liberación – para el caminar de la gente en ella, de
continente en continente, entre océanos y mares, entre islas. La voz de
Enrique Falcón se puebla de otras miles de voces que registra
escrupulosamente, y cita y glosa con amplitud en los márgenes del poema o
libro que lo contiene: “nombres propios, referencias históricas y citas
usurpadas”; como si quisiera ilustrar la primera de estas citas
marginales de Francis Ponge: “es el vínculo entre la palabra y el poder,
el que obliga al poeta a buscar salida en lo real”.
Entre ráfagas de versos de poetas encendidos que se apropia
“Como un toro de hielo:
así hizo gemir al viento, en uno de sus poemas, el poeta español Marcos
Ana, quien hubo de pasar 23 años en prisión ininterrumpida en las
cárceles franquistas” (p. 207).
O ráfagas de lucidez de teóricos variopintos…
“Efecto secundario…
J.M. Keynes: “El nihilismo de los mercados de capital sin regular
convierte el empleo y el bienestar en un simple efecto secundario de la
actividad de un casino” (p. 209).
O lugares y martirologios globales contemporáneos entreverados…
“Sólingen.
Localidad alemana donde cinco mujeres turcas murieron en un incendio
provocado por un ciudadano alemán de ideología ultraderechista. Según
estadísticas de aquella época, desde enero a mayo de 1993 se llevaron a
cabo 747 delitos racistas, de los cuales 131 fueron incendios
provocados” (p. 146).
Las notas marginales construyen otro
poemario singular paralelo y solapado con el conjunto de los LV poemas o
cantos del cuerpo principal del libro, en los que Falcón intenta
sintetizar los infinitos fragmentos de vida y pensamiento elegidos como
imposible guía de puzle dramático, si no pavoroso (...) [Sigue AQUÍ]